En general, se pueden asegurar casi todas las cosas materiales e inmateriales. Pero para que algo sea asegurado debe cumplir con todos los siguientes requisitos:
Debe tratarse de una cosa material (por ejemplo, coches, viviendas, negocios, etc.) o inmaterial (perjuicios económicos por paralización de una actividad, etc.).
Debe existir al tiempo del contrato, o al menos al tiempo en que empiecen a poder manifestarse los riesgos.
- Debe ser tasable en dinero.
- Debe ser objeto de una valoración lícita.
- Debe estar expuesta a perderse por el riesgo que corre el asegurado.
Por otro lado, no se pueden asegurar los objetos del comercio ilícitos (por ejemplo, un cargamento de estupefacientes).
Con independencia de que algo sea o no asegurable no siempre existen seguros para todas las cosas. Y la mayoría de los seguros son productos preestablecidos, ya diseñados para cubrir una o más situaciones concretas. Al final, el tomador del seguro es quien elige las coberturas que más se adaptan a sus necesidades o presupuesto.